El péndulo mexicano
- Julio Alberto Martinez Cisneros
- 12 nov
- 2 Min. de lectura

Durante la historia de la humanidad hemos tenido la oportunidad de conocer diversos estilos de gobierno, liderazgo y operación política, pudiendo argumentar con este contexto que quizá que pertenecer a su tiempo, pero:
¿Qué hay acerca de cuando toca pasar la estafeta y ejercer las funciones públicas de gestión con el tablero del jugador anterior?
Tal es el caso de nuestro país y el cúmulo de reformas que se han operado desde el seno de la Presidencia de la república o el Congreso de la Unión en la administración federal previa y la actual.
Les planteo este esenario: ¿y si toca cambiar de color para la próxima adminsitración federal, la nueva, como operaría los cambios implementados en nuestro país? a saber:
La Guardia Nacional y su rectoría miliar: el peligro de que el control civil se diluya permanentemente.
La Ley de Amparo: la reducción de la protección individual frente al Estado puede volverse un arma política, dejando, contraproducentemente "desamparado" a quien lo ejercía legítimamente.
La Reforma al Poder Judicial: la elección popular de jueces y magistrados y su posibilidad de uso para controlar o desmantelar contrapesos.
Los significativos golpes de timón en el Sistema de Salud desde su rectoría, financiamiento y prestación.
La (posible) Reforma Electoral: potencialmente alterando el INE o el Tribunal Electoral del Poder Juicial de la Federación (TEPJF) para generar un sistema electoral menos independiente y con menor representatividad democrática.
Lo que hoy se concibe pensando en supuestamente fortalecer la “voluntad del pueblo”, puede que mañana sirva a fines contrarios a la democracia, propiciando que se perpetuen prácticas que mellen el estado de derecho, o incluso los derechos humanos.
¿Será un nuevo protagonismo de otro (o el mismo color) tan ecuánime como para no hacer mal uso de los renovados aparatos de gobierno?
Un verdadero gobierno democrático deben pensar las reformas no en función de quién gobierna hoy, sino de a quienes gobnierna hoy, y a quien podría gobernar mañana. Motivo por el cual nos invito ha hacer una reflexión sobre cómo la institucionalidad debe ser diseñada para optimizar el ejercicio al gobierno, y no por el contrario, para servirle.



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